Cuando hablamos de trastorno comórbido nos referimos a la simultaneidad de dos o más trastornos que puedan acontecer en una misma persona en un momento determinado de su vida. La circunstancia preocupante radica cuando uno de ellos definido como trastorno principal ( en el caso que nos ocupa TDAH o Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad) es clasificado como crónico por el hecho de «ser biológico». En consecuencia partimos de un enfoque determinista basado en una hipótesis de desequilibrio químico de corte biologicista, como he comentado, y con resultados psicosociales enormes para el individuo que lo sufre. Además de dicha patología fundamental, se añaden otras que van sumándose a la primera (llámense Trastorno Disocial, Trastorno Bipolar o Trastorno del Espectro Autista) y que conforman un alud de definiciones psiquiátricas categóricas que alejan al sujeto de vivir por sí mismo y para sí mismo.
Convertido el sujeto en una suma de trastornos que requieren prescripción farmacológica y visitas al psiquiatra para control de los «supuestos desequilibrios químicos» a través de psicofármacos…Comienza una historia de politrastornos y polimedicaciones (provocados a su vez por las múltiples interacciones farmacológicas) que termina en una despersonalización del prójimo.