Cuántas veces nos hemos preguntado si existen las casualidades o las causalidades. Si los acontecimientos que nos suceden pasan por algún motivo o son fruto de un albur inocente…Indagando en el mundo de la psiquiatría y la salud mental, en sus manuales, en sus directrices farmacológicas y en sus categorías diagnósticas…podemos vislumbrar sentimientos «de carne y hueso» tras estos mecanicismos inhumanos y recursos tecnológicos. No en vano la disciplina psiquiátrica es una tecnología más al servicio de una sociedad con unas características concretas. Detrás de este escenario tan bien orquestado por farmacéuticas, asociaciones, protocolos y marketing, hay personas. Personas con una historia de vida. Personas como Teresa Jiménez -autora de El poder del amor– y luchadora vital que nos narra su biografía con una emoción desgarradora. Historias que aquejan a mucha gente y que se atreven a denunciar muy pocas. Historias que exigen contarse para confrontarse y tocarlas de realidad. Una realidad muy amarga para cualquier madre como supone la pérdida de sus hijos. Unos hechos anunciados de antemano y que escapan a tu control y que conducen al duelo más amargo. Y de ese hundimiento en un pozo de conceptos psiquiátricos, de fármacos, de lenguajes institucionales, de ingresos protocolarios, de sufrimientos, de consejos médicos, de normalidades y de pretendidas «curaciones», emerge una fuerza arrolladora inconformista. Desde su generosidad Teresa nos transmite su historia de amor, la hace pública y pretende esclarecer injusticias psiquiátricas y derechos ciudadanos pisoteados. Desde la reclusión a la actividad y de ahí al nuevo poder. El amor como arma más poderosa que la mismísima razón. Y en ese con tacto que la vida nos regala yo conozco a Sisi Bocanegra o ella me encuentra a mi. Una mujer que pinta en idénticas batallas y que revela una espiritualidad espontánea. Preocupada por los niños y los jóvenes y por escucharles como ella sabe escuchar a los amigos. Suerte en mi sino de tropezarme con estas grandes mujeres. De conocerlas sin haber hablado mucho. De acompañarlas sin haber planificado tanto…Y es que los adultos a veces pensamos demasiado y actuamos poco. De niños eramos impulsivos y audaces. Nos sumergíamos en múltiples aventuras. Jugábamos e inventábamos historias sin cuestionarnos. Nos atrevíamos a ser creativos y a no juzgarnos. A lo mejor tampoco teníamos tantos miedos…Si todavía eres un poco temerario confía enCuántas veces nos hemos preguntado si existen las casualidades o las causalidades. Si los acontecimientos que nos suceden pasan por algún motivo o son fruto de un albur inocente…Indagando en el mundo de la psiquiatría y la salud mental, en sus manuales, en sus directrices farmacológicas y en sus categorías diagnósticas…podemos vislumbrar sentimientos «de carne y hueso» tras estos mecanicismos inhumanos y recursos tecnológicos. No en vano la disciplina psiquiátrica es una tecnología más al servicio de una sociedad con unas características concretas. Detrás de este escenario tan bien orquestado por farmacéuticas, asociaciones, protocolos y marketing, hay personas. Personas con una historia de vida. Personas como Teresa Jiménez -autora de El poder del amor– y luchadora vital que nos narra su biografía con una emoción desgarradora. Historias que aquejan a mucha gente y que se atreven a denunciar muy pocas. Historias que exigen contarse para confrontarse y tocarlas de realidad. Una realidad muy amarga para cualquier madre como supone la pérdida de sus hijos. Unos hechos anunciados de antemano y que escapan a tu control y que conducen al duelo más amargo. Y de ese hundimiento en un pozo de conceptos psiquiátricos, de fármacos, de lenguajes institucionales, de ingresos protocolarios, de sufrimientos, de consejos médicos, de normalidades y de pretendidas «curaciones», emerge una fuerza arrolladora inconformista. Desde su generosidad Teresa nos transmite su historia de amor, la hace pública y pretende esclarecer injusticias psiquiátricas y derechos ciudadanos pisoteados. Desde la reclusión a la actividad y de ahí al nuevo poder. El amor como arma más poderosa que la mismísima razón. Y en ese con tacto que la vida nos regala yo conozco a Sisi Bocanegra o ella me encuentra a mi. Una mujer que pinta en idénticas batallas y que revela una espiritualidad espontánea. Preocupada por los niños y los jóvenes y por escucharles como ella sabe escuchar a los amigos. Suerte en mi sino de tropezarme con estas grandes mujeres. De conocerlas sin haber hablado mucho. De acompañarlas sin haber planificado tanto…Y es que los adultos a veces pensamos demasiado y actuamos poco. De niños eramos impulsivos y audaces. Nos sumergíamos en múltiples aventuras. Jugábamos e inventábamos historias sin cuestionarnos. Nos atrevíamos a ser creativos y a no juzgarnos. A lo mejor tampoco teníamos tantos miedos…Si todavía eres un poco temerario confía en
el Poder del Amor de María Teresa Jiménez
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