Otra mirada es posible:
TDAH: de lo simple a lo complejo
Cuestionarnos que hay detrás del TDAH y ampliar la mirada nos obliga a reflexionar desde lo simple a lo complejo. Dar el salto desde un listado de síntomas descriptivos abocados al diagnóstico y prescripción al abordaje de situaciones y factores que viven nuestros niños y adolescentes.
El doctor Soufre comenta: «la ilusión de que los problemas de conducta de los niños pueden curarse con fármacos, nos evita que, como sociedad, tratamos de buscar soluciones más complejas que serían necesarias. Los fármacos nos quitan a todos-políticos, científicos, maestros, padres- del compromiso. A todos excepto a los niños».
¿Tan mal lo está haciendo la «madre naturaleza» que millones de niños en todo el mundo necesitan tomar pastillas diariamente para poder poner atención?
A través de los medios de comunicación está transmitiendo la idea de que el TDAH es una alteración que se puede diagnosticar con total certeza. Que si bien no tiene cura, existe tratamiento de los síntomas, principalmente farmacológico, y que los niños que lo padecen sólo conseguirán una escolaridad adecuada si reciben su medicación diariamente. También se remarca que los efectos nocivos de los medicamentos son mínimos y perfectamente controlables.
Un niño puede presentar “problemas de atención” por numerosas causas diferentes: alteraciones en el desarrollo psicomotor, disfunciones visuales y auditivas, déficits nutritivos por alimentación inadecuada, situaciones emocionales sin resolver, distracción por adicciones tecnológicas, contrariedades con los padres en la gestión de conflictos, estado psicológico de los padres, dificultades en los estudios, focalización en otros intereses que son de su agrado, identidades sexuales no definidas, preocupación por la imagen personal, sufrimiento por un ciberbullyng, situación económica y social desfavorecida familiar, baja tolerancia a la frustración , trabas en el círculo de amistades y no reconocimiento de su persona y de su lugar…
Tengamos en cuenta la riqueza y la complejidad de una persona, miremos al niño y al adolescente como un ser en continua interacción con su entorno, en pleno desarrollo de socialización y como una persona con pleno derecho a ser feliz.