Recientemente mantuve una conversación con un amigo muy querido que posee la etiqueta de Trastorno Bipolar, medicado tres veces al día y con diagnóstico desde los 15 años.
Comentaba su ingesta de fármacos con normalidad, como las tres comidas principales que solemos hacer cada día. Eso sí, esta vez aliñadas con Plenur, Depakine, Quetiapina y Clonazepam. Un variopinto manjar psicotrópico de litio, antiepiléptico, neuroléptico y benzodiacepina, respectivamente. Fármacos que hasta la fecha nunca han ido en «deflación», se mantienen o gradualmente progresan a más «inflación».
Todo por «estar bien». Equivalente a que la «enfermedad mental» esté bajo control. En repetidas ocasiones he criticado este concepto. Un vocablo usurpado de la medicina (enfermedad) por la psiquiatría oportunista. Enfermedad equivale a tener unos síntomas identificables, una etiología conocida , una anatomía detectable y observable, además ha de poder registrarse por medio de unos marcadores objetivos. Ejemplifica este caso la diabetes. En el caso de la «enfermedad mental» no se cumplen estos criterios anteriores y en consecuencia no podemos hablar de Trastorno Bipolar como «enfermedad mental». Por supuesto no es el único saqueo clínico existente. Con la palabra «mental» ocurre más de lo mismo. Se trata de un término cartesiano del siglo XVII que refería a la dualidad cuerpo-mente y, que actualmente no tiene sentido.
Así, «estar bien» se convierte en una pesada losa crónica y determinista que arrastra quien posea dicho Trastorno Bipolar de por vida…
«Estar bien» significa que aceptas que no tiene cura.
«Estar bien» representa que serás fármacodependiente hasta el último aliento de tu vida.
«Estar bien» refiere que habrás recibido una tarjeta de discapacidad (ahora este colega tiene un 35%) y que irá en aumento.
«Estar bien» aduce que cobrarás una pensión no contributiva y que tendrás un oficio laboral limitado a ciertos desempeños profesionales, que son condicionados por tu diagnóstico y tu discapacidad.
«Estar bien» denota que serás controlado por un psiquiatra cada dos meses el resto de tu vida. Si «sigues bien» se espaciarán las visitas médicas. Si no, tendrás algún ingreso que otro y ajustarán otra vez la medicación.
Para mi, esta forma de «estar bien» no es digna de ser persona.