Hace tiempo que asistimos a una medicalización en nuestra sociedad, cada vez es más complicado encontrar a alguien sano, sin diagnósticos, amén de ausencia de consumo de fármacos. Una periodista especializada en temas sanitarios -Lynn Palmer- acuñó el interesante término disease mongering (DM) que significa venta, fabricación o invención de enfermedades. Esta idea de obtener beneficios económicos fomentando la conciencia de enfermedad y la necesidad de medicinas para curarse, ha sido extendida por manuales psiquiátricos como el DSM ( Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) o la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades). Supuestos trastornos como el «síndrome premenstrual» que pretende diagnosticar a las mujeres con el «trastorno dismórfico premenstrual». Tremenda urdimbre. Confío en que las mujeres estemos atentas ante tal barbaridad. Y por supuesto con la pastillita de turno (ISRS, antidepresivos). Además se hablaba de la «alopecia androgénica» , es decir la calvicie de toda la vida. O la timidez denominada «fobia social». Todo esto sin perjuicio de las personas que sufren enfermedades reales o formas graves de esos problemas, que son las que verdaderamente pueden beneficiarse de tratamientos, algunos de ellos, farmacológicos.
Ya en el siglo I a.C el médico Aulo Cornelio Celso escribía:
» Es menester no ignorar que los medicamentos tomados en brebajes no siempre resultan útiles a los enfermos y que habitualmente perjudican a las personas sanas».
Afortunadamente existen cada vez más investigaciones sobre los efectos primarios (rechazo el término efectos secundarios) y perjudiciales de diversos fármacos prescritos actualmente. En concreto, en relación con la medicación que toman los adolescentes y niños (MFD metilfenidato y anfetaminas) prescritos para el TDAH, se sabe que tiene consecuencias negativas sobre las funciones ejecutivas (capacidades como la memoria a corto plazo y a largo plazo, velocidad de procesamiento, memoria visoespacial,aprendizaje, planificación y la atención). Resulta curioso que aquello que supuestamente pretende mejorar, lo termina dañando…
Anoto estudio de autores (Fernández Serrano, Pérez García, Río Valle, Verdejo García, 2011).